¿Puede cambiar el tablero político luego de que Petro calificara de "dictador" a Maduro?

 18-12-2025
Martín Olivera
   
Portada | Colombia
Foto: x @petrogustavo

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Por primera vez desde que asumió la presidencia de Colombia, Gustavo Petro calificó públicamente a Nicolás Maduro como "dictador", un término que hasta ahora había evitado en el ámbito diplomático. El comentario, realizado en su cuenta de X el 16 de diciembre, marca un punto de inflexión en la postura del mandatario frente al régimen venezolano y pone en tensión los equilibrios políticos dentro del bloque de gobiernos de izquierda en América Latina.

La frase exacta fue: "Maduro es dictador por concentrar poderes, pero no hay ninguna evidencia en Colombia de que sea narco. Esa es una narrativa de los EEUU." La publicación fue respondiendo a una crítica de la periodista Patricia Janiot, quien cuestionó la aparente ambigüedad de Petro al hablar de gobiernos autoritarios.

Esta afirmación no solo generó repercusiones en el debate público colombiano, sino que reavivó interrogantes sobre el papel del mandatario dentro de una red informal de afinidad política junto a Claudia Sheinbaum (México) y Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil). Hasta ese momento, ninguno de los tres había utilizado ese calificativo contra Maduro, lo que había sido interpretado como un respaldo implícito.

Diversas interpretaciones emergieron en el entorno político y diplomático, aunque el Gobierno colombiano no emitió un comunicado adicional para matizar o profundizar la declaración. Analistas observaron que el cambio de tono coincidió con un momento de alta desaprobación para Petro. De acuerdo con el informe Latam Pulse de septiembre, el 61,6% de los encuestados desaprobaba su gestión, una cifra que refleja el desgaste político de su mandato.

Otro antecedente inmediato es la tensión con Washington. Dos semanas antes, el presidente estadounidense Donald Trump acusó a Colombia de fabricar cocaína, a lo que Petro respondió: "Venga señor Trump a Colombia pero no amenace nuestra soberanía, porque despertará el Jaguar." La necesidad de distanciarse del chavismo podría, en ese contexto, funcionar también como un mensaje de diferenciación ante los cuestionamientos de Estados Unidos.

A esta situación se suma el reciente conflicto verbal con José Antonio Kast, presidente electo de Chile, a quien Petro le dijo "nazi" y "fascista". Las reacciones diplomáticas fueron inmediatas, incluida una nota de protesta por parte del gobierno saliente de Gabriel Boric. Frente a esa controversia, el señalamiento a Maduro como dictador reconfigura la posición del presidente colombiano, presentándolo como un actor que busca equilibrarse entre dos extremos ideológicos.

La relación entre Petro y Maduro había estado marcada por una agenda común centrada en la integración energética, la reapertura de fronteras y propuestas como una "transición compartida" para Venezuela. Sin embargo, la declaración pública de Petro introduce incertidumbre sobre la continuidad de esos acuerdos, o al menos sobre la retórica que los acompañará en adelante.

Aunque no implica una ruptura formal, el uso del término "dictador" representa una línea discursiva que Petro no había cruzado. En un entorno donde el silencio o la ambigüedad son leídos como complicidad, la afirmación marca una diferencia.




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