Foto: Wiki Commons
Recientemente el criptoarte y los tokens criptográficos no fungibles (NFT, por sus siglas en inglés) han experimentado un auge en su popularidad y valor monetario. De acuerdo a NonFungible.com, sitio con información del mercado de los NFT, el comercio de NFT generó más de 2 mil millones de dólares en el primer trimestre de 2021. Según su reporte del trimestre, este volumen es 20 veces superior al comercio de NFT de los tres meses anteriores y 131 veces mayor al del primer trimestre de 2020. Pese a este crecimiento, muchas miradas críticas de esta tecnología están preocupadas por el impacto ambiental ligado a la huella de carbono del criptoarte y los NFT.
En el contexto de los NFT, no fungible significa que se trata de algo único e insustituible y, en la práctica, un NFT puede ser cualquier elemento digital el cual alguien puede poseer (una pieza musical o una pintura o incluso un tweet). Actualmente la mayoría de los NFT son parte de los blockchain de la criptomoneda Ethereum y, como sucede con las criptomonedas, esto ayuda a verificar al comprador como único propietario del trabajo.
De esta forma, los NFT son como tarjetas coleccionables únicas, que aunque cualquiera puede verlas, sólo una persona puede poseerlas en un momento determinado. Si bien la imagen o el audio de un NFT es infinitamente reproducible por su naturaleza digital, el comprobante de compra del NFT, por ser un blockchain, es propiedad exclusiva del comprador.
Según el reporte de NonFungible.com, el volumen de compradores y vendedores activos de NFT también aumentó durante el primer trimestre de 2021, aunque no tan drásticamente como los ingresos del comercio. Las billeteras activas crecieron un 159% respecto al primer trimestre de 2020 y un 25% comparado a los últimos tres meses de dicho año, según el reporte. Los compradores, por otro lado, crecieron un 239% desde el primer trimestre de 2020 y un 118% desde el último trimestre de 2020.
Los vendedores de NFT también aumentaron, durante el primer trimestre de 2021, un 128% comparado con el primer periodo y un 129% durante el periodo inmediato anterior. Respecto al volumen en dólares del comercio de NFT, éste creció de cerca de $15 millones en los primeros tres meses de 2020, a casi $94 millones a finales del 2020. No obstante, con el aumento de hasta $2,000 millones del primer trimestre de 2021, existe una preocupación significativa por el impacto ambiental ligado a las criptomonedas y, por ende, al criptoarte.
Debido a su dependencia del blockchain, los NFT consumen mucha energía por el uso de computadoras especializadas en minería de criptomonedas. Las computadoras utilizadas para generar la criptomoneda Ethereum, que utilizan la mayoría de los creadores de NFT, llegan a utilizar alrededor de 34.8 teravatios por hora (TWh) de electricidad al año. Según Digiconomist, una plataforma dedicada a medir las consecuencias no intencionales de las tendencias digitales, esto equivale al consumo de energía de Bielorrusia. También señalan, este gasto de energía representa una huella de carbono de 16.55 megatoneladas de dióxido de carbono, el equivalente a la huella de carbono de Croacia, un impacto ambiental significativo.
Aunque resulta difícil determinar cuánto de esta huella de carbono corresponde exclusivamente a los NFT, el impacto ambiental de la tecnología ha llevado a artistas y compradores a cuestionarse el uso de NFT. Debido a esto, la artista digital francesa Joanie Lemercier canceló en febrero la venta de NFT de seis obras tras calcular los costes energéticos asociados. Según la artista, en sólo diez segundos, la venta de sus NFT usaría suficiente electricidad para alimentar su estudio durante dos años. Por presiones del público respecto a su impacto ambiental, ArtStation, un sitio para exhibir artistas digitales, también decidió cancelar el lanzamiento de su sitio de comercio de NFT.
Pese a ser una tecnología joven, es innegable el crecimiento del mercado de NFT y el criptoarte, de mano del blockchain y las criptomonedas. Sin embargo, a este crecimiento lo acompaña la preocupación por el impacto ambiental significativo de su uso en el contexto del cambio climático y el calentamiento global. Aunque compañías como Ethereum prometen la pronta implementación de tecnologías más limpias, esto aún dista de ser una realidad. Mientras no aparezca una alternativa más limpia para este tipo de actividades, la preocupación por el impacto de estas actividades digitales en el ambiente continuará vigente en muchas personas y organizaciones.
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