Ciudad de México,
Axel Olivares
Crédito foto: Sergio F Cara (NotiPress)
En una modesta casa de madera en Long Island, Sebastián Cocioba está liderando una revolución en la biotecnología. Desde un laboratorio improvisado, este joven científico de 34 años utiliza herramientas de edición genética para transformar flores comunes en variedades únicas, más hermosas y fragantes. A través de su trabajo, Cocioba no solo busca embellecer el mundo, sino también democratizar la ingeniería genética y abrir nuevas posibilidades en la horticultura.
La fascinación de Cocioba por las plantas comenzó en su infancia, pero su carrera en biología vegetal tomó forma cuando experimentó con orquídeas desechadas, haciéndolas florecer y revendiéndolas. A pesar de las dificultades económicas que lo llevaron a abandonar la universidad, su pasión por la biotecnología nunca se detuvo.
Con ingenio y determinación, Cocioba transformó su pequeño rincón en un laboratorio funcional, utilizando equipos comprados en eBay o diseñados por él mismo con impresión 3D. Estas herramientas le permitieron crear flores genéticamente modificadas y colaborar con empresas y científicos de todo el mundo.
De acuerdo con Wired, la edición genética que emplea Cocioba utiliza herramientas avanzadas como CRISPR para alterar las características de las plantas. Su enfoque no solo se centra en la estética, como colores vibrantes y aromas únicos, sino también en el desarrollo de plantas más resistentes y funcionales.
Uno de sus proyectos más ambiciosos fue el intento de crear una flor de "gloria de la mañana" con los patrones de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Aunque el proyecto no se concretó debido a las complejidades del genoma de la planta, logra reflejar la creatividad y el potencial de esta tecnología.
Además, su trabajo se expandió hacia la creación de herramientas accesibles para otros entusiastas de la biología vegetal. A través de un cuaderno de experimentos en línea y la venta de plásmidos (fragmentos de ADN), Cocioba busca inspirar a una nueva generación de científicos aficionados.
Cocioba está colaborando actualmente con la startup californiana Senseory Plants en el diseño de plantas que producen aromas únicos. Este innovador proyecto tiene como objetivo crear alternativas biológicas a productos como velas aromáticas o incienso. Entre las ideas más llamativas está una planta que emita el aroma de libros antiguos, transformando cualquier habitación en una biblioteca vintage.
El científico ve el momento actual como una "edad de oro" para la biotecnología, con mayor acceso a herramientas y una comunidad científica más abierta. Su enfoque recuerda al espíritu colaborativo de los fitomejoradores del siglo XIX, quienes compartían sus avances solo por el placer de innovar. "No hace falta ser un científico profesional para hacer ciencia", comenta Cocioba, destacando que la creatividad y la curiosidad son suficientes para contribuir a este campo en expansión.
Lo más destacable del trabajo de Cocioba no es el embellecimiento del mundo natural, sino la redefinición de cómo se practica y se comparte la ciencia. Su trabajo, desde flores genéticamente modificadas hasta herramientas accesibles para la biotecnología, abre nuevas oportunidades para la innovación en la horticultura. Con proyectos como plantas aromáticas únicas, su impacto promete ser tanto estético como funcional.