Ciudad de México,
Andrés Zimbrón
Crédito foto: vadimrysev vía iStock
Según un estudio realizado por el Hospital Houston Methodist, compartido a NotiPress, se reveló que los signos de una conmoción cerebral están estrechamente relacionados con la microbiota intestinal. De acuerdo con los resultados, se encontró una disminución de dos especies bacterianas. Estas son encontradas normalmente en las heces de individuos sanos, posterior a las conmociones cerebrales.
El artículo también encontró una correlación entre las proteínas vinculadas a lesiones cerebrales traumáticas en la sangre y en las especies bacterianas de las heces. Para confirmar esta teoría, los especialistas de la salud realizaron un examen a jugadores de fútbol americano universitario de la primera división en Estados Unidos.
Cuatro de los 33 jugadores analizados fueron diagnosticados con conmociones cerebrales graves, a los cuales se les realizaron pruebas adicionales. Esto con la intención de demostrar si puede existir una prueba fehaciente para rastrear el impacto de las conmociones cerebrales y la relación con la microbiota intestinal.
Sonia Villapol, doctora neurocientífica del Hospital Houston Methodist, compartió con NotiPress que existe una conexión de tres etapas donde las conmociones cerebrales conectan con la microbiota intestinal. En una primer etapa, después de un golpe severo, las personas suelen vomitar porque el nervio vago conecta directamente al estómago con el cerebro.
Posteriormente, la segunda conexión es sistémica, es decir, las lesiones causan inflamación, enviando citocinas y metabolitos que circulan por la sangre, lo que provoca inflamación en la microbiota intestinal y otras partes. "Cuando esto sucede, ocasiona cambios en el intestino, con ciertas bacterias casi evaporándose en cuestión de horas o días", explicó Villapol.
En una tercera etapa, la conexión se convierte en bidireccional, aquí el paciente puede quedar atrapado en un ciclo de retroalimentación deficiente donde es muy complejo salir. Además, la neurocientífica señaló que la disbiosis o el desequilibrio en la composición bacteriana en el intestino ocurre cuando las bacterias buenas no regresan. Ello afectaría, de manera directa, la microbiota intestinal y otras partes del cuerpo tras las conmociones cerebrales.
Por lo tanto, en este escenario no se producen los antioxidantes antiinflamatorios necesarios para ayudar al cuerpo. Ahí, las bacterias malas comienzan a acumularse en la microbiota intestinal, liberando toxinas y aumentando la inflamación. Los investigadores consideran que estos hallazgos tienen la virtud de rastrear los impactos de las conmociones cerebrales.
Ello supondría un gran avance, pues actualmente no existe una prueba diagnóstico objetiva para este tipo de lesiones. Por ejemplo, el movimiento del cerebro dentro del cráneo puede causar lesiones en las células nerviosas, pero por lo general no causa fractura de cráneo, sangrado o inflamación del cerebro.
Además, las lesiones celulares microscópicas no son visibles en pruebas de imágenes como rayos X, tomografías computarizadas y resonancias magnéticas. En cuanto a los efectos secundarios, las pruebas actuales causan a los pacientes visión borrosa, mareos, náuseas y dolores de cabeza.
Hasta el momento, ningún estudio había descubierto el déficit de dos tipos de bacterias muy importantes para la recuperación del sistema inmune. Gracias a este hallazgo, Sonia Villapol y su grupo de trabajo del Hospital Houston Methodist pueden determinar si después de las conmociones cerebrales se debe guardar reposo. Ello con el fin de salvaguardar no solo la microbiota intestinal, sino la salud y la vida.