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Un conjunto de terapias innovadoras está siendo desarrollado para abordar los casos de epilepsia que no responden a medicamentos. Estas alternativas buscan intervenir directamente en los circuitos cerebrales afectados, explicó el Dr. Jonathon Parker, neurocirujano en Mayo Clinic en Phoenix y director del Laboratorio de Investigación de Neuroelectrónica Basada en Dispositivos.
La epilepsia afecta a cerca de 50 millones de personas en el mundo, de acuerdo con estimaciones internacionales. Es una de las enfermedades neurológicas más frecuentes y puede manifestarse a cualquier edad. Entre sus causas posibles se encuentran factores genéticos, lesiones cerebrales, tumores, accidentes cerebrovasculares y algunas infecciones y en muchos casos, la causa sigue sin identificarse.
Parker señaló que "la epilepsia por sí sola tiene un gran impacto en la calidad de vida. Se producen estos episodios o crisis intermitentes e impredecibles – tormentas eléctricas en el cerebro – que pueden afectar a la capacidad de comunicarse y de controlar el cuerpo. A menudo, las personas pierden la consciencia".
En la mayoría de los pacientes, los medicamentos permiten controlar las crisis. No obstante, los efectos secundarios como somnolencia, alteraciones cognitivas o cambios de humor pueden comprometer la calidad de vida. En aproximadamente un tercio de los casos, las convulsiones persisten a pesar del tratamiento farmacológico. "En hasta un tercio de los pacientes con epilepsia, los medicamentos eventualmente no pueden controlar las convulsiones", dijo Parker.
Tradicionalmente, cuando los fármacos no son eficaces, se considera la cirugía para eliminar o ablacionar la parte del cerebro responsable de las crisis. Sin embargo, nuevas investigaciones apuntan a una estrategia distinta. "Ahora contamos con nuevas opciones para intentar rehabilitar eléctricamente los circuitos anormales que provocan las convulsiones, un tipo de tratamiento denominado neuromodulación", afirmó Parker.
En este enfoque, el equipo de investigación de Mayo Clinic utiliza estimulación cerebral profunda para identificar señales precoces que podrían prevenir una convulsión. "Buscamos por esa huella dactilar de la señal cerebral que nos diga 'sí, estos son los parámetros de estimulación adecuados que están llevando al cerebro hacia un estado en el que las convulsiones son menos probables", explicó. El procedimiento consiste en implantar electrodos en regiones específicas del cerebro, que emiten impulsos eléctricos controlados.
Junto a la estimulación cerebral, los investigadores estudian terapias celulares que buscan restaurar el equilibrio eléctrico cerebral. "Se puede considerar la epilepsia, en cierto modo, como un trastorno de la regulación anormal de las neuronas cerebrales", expuso Parker. Este desequilibrio ocurre por la pérdida de interneuronas inhibidoras, esenciales para contrarrestar la actividad eléctrica excesiva.
Con el trasplante de interneuronas en áreas como el lóbulo temporal, los científicos esperan restablecer esa función reguladora. El objetivo es que las nuevas neuronas logren integrarse al tejido cerebral del paciente y ayuden a evitar la propagación de las convulsiones.
En paralelo, se desarrolla una posible terapia génica. "Se abren y cierran de manera incorrecta, o permanecen abiertos o cerrados demasiado tiempo. Las neuronas se excitan, y esa excitación se propaga de manera incontrolada, lo que desencadena una convulsión", explicó Parker sobre el funcionamiento anormal de ciertos canales iónicos en las neuronas.
Para ello, el equipo investiga el uso de adenovirus como vehículos para transportar genes modificados al cerebro, con el fin de corregir estos errores en la actividad neuronal. "Las opciones de las que disponemos están cambiando", concluyó el especialista. "Están mejorando año tras año".
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