Foto: Gustavo Torres (NotiPress)
Desde hace 103 años, el tratamiento de la diabetes tipo 1 ha consistido en inyecciones de insulina varias veces al día. Sin embargo, durante todo este tiempo no se ha encontrado la dinámica de esta enfermedad crónica, la cual dura toda la vida de una persona. Por tal motivo, investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén (HU) realizaron un estudio en el cual revelaron una pista importante para el tratamiento de esta enfermedad.
El estudio indica que las células beta pancreáticas humanas envejecidas muestran características de senescencia, es decir, envejecimiento, mientras mantienen niveles elevados de genes vitales para su función. Esto significa que, a pesar de su envejecimiento, estas células exhiben la capacidad de liberar insulina en respuesta a la glucosa, lo cual ayuda a regular el azúcar en sangre.
Por otra parte, estas células envejecidas muestran una mayor actividad de genes que pueden estimular el sistema inmunológico. La información sobre el papel potencial de las células betas envejecidas puede significar un gran avance para la regulación inmune y para las reacciones autoinmunes en la diabetes tipo 1.
De acuerdo con The Jerusalem Post, la investigación dirigida por el Dr. Milan Patra junto con los profesores Ittai Ben-Porath y el profesor Yuval Dor de la Facultad de Medicina de HU reveló que la beta pancreática humana senescente ofrece una maduración funcional mejorada a través de la reorganización de la cromatina. "La senescencia de las células beta pancreáticas humanas mejora la maduración funcional a través de la reorganización de la cromatina y promueve la capacidad de respuesta al interferón", es el título publicado por el equipo de investigación en la revista Nucleic Acids Research.
Sobre esto, los investigadores aseguran que al analizar la organización genética de las células betas senescentes, se descubrió que estas cambian el empaquetamiento de los genes, la cromatina, generando una organización reprogramada, la cual permite la activación de la funcionalidad. Como consecuencia, las células beta envejecidas tienen la capacidad de liberar insulina en respuesta a la glucosa en cantidades aún mayores, lo cual ayuda a regular los niveles de azúcar en sangre de manera efectiva.
Estos hallazgos clave sugieren que las células beta senescentes no son un problema, pero pueden actuar, de una manera prediseñadas, para mejorar la producción de insulina a medida que envejecemos, contrarrestando otros efectos perjudiciales", afirmó Ben Porath.
Además, agregó que "si se demuestra en el futuro que la senescencia de las células beta es una característica destacada de las primeras etapas de la diabetes tipo 1, atacar estas células mediante un tratamiento farmacológico podría representar un enfoque novedoso para prevenir el ataque autoinmune de las células beta".
Cabe destacar, para el futuro se tiene previsto que el equipo profundice en los mecanismos que impulsan el aumento de la actividad de los programas de maduración funcional en las células beta envejecidas. Hasta el momento, los descubrimientos son prometedores para el desarrollo de terapias destinadas a mejorar la funcionalidad y la esperanza de vida de las células beta y, de esta forma, mejorar la calidad de vida de las personas con diabetes tipo 1.
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