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El 1 de octubre, China presentó una nueva visa denominada "K", diseñada para atraer talento extranjero en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. La medida surge mientras la administración de Donald Trump endurece las condiciones migratorias en Estados Unidos con un costo de 100,000 dólares para acceder a la visa H-1B, limitando la entrada de trabajadores cualificados a ese país.
Según el Diario del Pueblo, órgano oficial del Partido Comunista, en China el déficit de mano de obra cualificada en sectores industriales alcanzaría alrededor de 30 millones de personas. Para responder a esa necesidad, la nueva visa permitirá a los solicitantes instalarse sin necesidad de un contrato laboral al momento de aplicar. Además otorgará mayor flexibilidad en la duración de la estancia, número de entradas y periodo de validez. El mismo medio destacó: "Estos profesionales deben provenir de universidades o institutos de investigación nacionales e internacionales de renombre".
El objetivo de Pekín es simplificar los trámites y generar un marco atractivo frente a las barreras impuestas por Estados Unidos. Según el Diario del Pueblo, "mientras algunos países se repliegan sobre sí mismos y marginan a los talentos internacionales, China aprovecha con entusiasmo una oportunidad importante e introduce sin demora esta política que tendrá un impacto significativo en el desarrollo futuro del país".
Las autoridades chinas reconocen que el idioma representa un reto, debido a la preferencia de las empresas tecnológicas locales por el mandarín. Esta situación reduce el acceso a oportunidades laborales para profesionales sin dominio del mandarín. Además, la iniciativa enfrenta críticas internas, ya que más de uno de cada cinco jóvenes activos en el país se encuentra actualmente desempleado.
Dicha estrategia de China ocurre en un escenario internacional en donde otros países ya habían reaccionado al incremento de costos de visas estadounidenses. En septiembre, Canadá lanzó un programa especial para titulares de visas H-1B residentes en Estados Unidos, que ofrecía permisos de trabajo por tres años. La convocatoria cerró en menos de 24 horas al alcanzar 10,000 solicitudes. Organizaciones como Build Canada aseguraron entonces que "cientos de miles de profesionales H-1B altamente calificados y bien pagados ahora están buscando un nuevo hogar".
En su momento, el primer ministro canadiense Mark Carney mencionó en el Consejo de Relaciones Exteriores en Nueva York: "Entiendo que están cambiando su política de visas, quizás podamos conservar a uno o dos". Estas expresiones reflejaron el interés de Ottawa por captar talento en sectores estratégicos, aunque expertos advirtieron limitaciones estructurales en el sistema migratorio canadiense.
Con la introducción de la visa K, China se suma a esta competencia global por profesionales altamente cualificados. Priorizarán su llegada a industrias clave y buscarán posicionarse como una alternativa frente a las restricciones impuestas en Estados Unidos.
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