Ciudad de México,
Andrés Zimbrón
Crédito foto: Ahmed Muntasir vía Pexels
Nuevos combustibles están siendo desarrollados por las grandes empresas de la aeronáutica, ello con el fin de poder reducir las emisiones de gases efecto invernadero. La empresa Boeing está analizando junto con la NASA y la Universidad Central de Florida (UCF) nuevas alternativas de combustible para aviones libres de amoniaco y sin CO2.
De acuerdo con los investigadores de la UCF, tras la combustión del amoníaco líquido se puede crear un combustible de hidrógeno. Este primer proceso puede proporcionar suficiente energía como para mantener un avión en el aire a grandes altitudes.
Luego, los almacenes de combustible dentro del motor quemarán el hidrógeno para proporcionar la potencia necesaria a las aeronaves. Cuando se libere el hidrógeno, habrá una ventaja adicional, pues podrá servir de anticongelante para evitar que los motores se sobrecalienten y se quemen. Según el grupo de investigadores, el impacto del nuevo carburante puede ser un menor rendimiento y eficiencia del motor. Sin embargo, cuando el calor del escape del motor salga, podrá convertirse en electricidad para su uso a bordo, reduciendo el consumo de energía en los motores centrales.
Jay Kapat, profesor de la Universidad Central de Florida e investigador principal del proyecto afirmó que el carburante podría ser una solución a corto plazo. "Necesitamos algo eficaz, que no sea engorroso y tampoco costoso de implementar, nuestra misión es buscar algo adaptable a la tecnología actual y escalable", destacó.
Asimismo, Kapat explicó que adaptar el hidrógeno para convertirlo en carburante, puede ser algo factible y podría estar en todos los aeropuertos del mundo. "Tener socios tan importantes como la NASA y Boeing nos hacen impulsar la transición tecnológica para proporcionar un futuro más verde para nuestros hijos", afirmó.
Boeing, General Electric, La NASA y otras ocho empresas más invirtieron en el proyecto 10 millones de dólares a un plazo de cinco años con el fin de impulsar el desarrollo del combustible. Además, las investigaciones no estarán solo enfocadas en el carburante, también en el desarrollo de nuevas unidades de potencia y abastecimientos de inflamables adaptables a los aviones actuales.
Las pruebas del energético y los nuevos componentes para motores se están utilizando en un avión 737-8 de la firma Boeing. Ese modelo es uno de los más populares en todos los aviones comerciales el cual alcanza 3 mil 515 millas náuticas, es decir, 6 mil 510 kilómetros.
Este hallazgo podría revolucionar la industria de la aviación, no solo por crear un carburante ecológico, sino también por crear sistemas de abastecimiento que se integren fácilmente en los aviones actuales. Además, para los aeropuertos y fabricantes de aviones podrían ahorrarles millones de dólares mientras buscan modernizarse.