Foto: MIT
Un nuevo curso del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) desafió a los estudiantes a diseñar lo que los humanos necesitarían para trabajar y vivir en el espacio. Este esfuerzo se enmarca en un contexto en el que la NASA bajo su programa Artemis se prepara para establecer bases a largo plazo tanto en la órbita como en la superficie lunar. Mientras las misiones de Apolo se enfocaban en aterrizar, recolectar muestras y regresar, Artemis busca la permanencia en la luna.
El curso interdisciplinario MAS.S66/4.154/16.89, conocido como Arquitecturas espaciales, se desarrolló en conjunto con los departamentos de Arquitectura y Aeronáutica y Astronáutica, y el grupo de Iniciativas de Exploración Espacial del MIT Media Lab. En este, treinta y cinco estudiantes se inscribieron para idear, diseñar, prototipar y probar soluciones que puedan soportar la vida y el trabajo humano en la luna.
Jeffrey Hoffman, profesor de práctica en AeroAstro y ex astronauta de la NASA, indicó, "la mitad de los estudiantes quieren ser astronautas en algún momento, así que no es que no hubieran pensado antes en vivir en el espacio. Esta fue una oportunidad para utilizar esa inspiración y trabajar en un proyecto que podría convertirse en un diseño real para hábitats lunares reales".
En este curso fue preciso preparar a los estudiantes para futuras etapas de exploración y vida en el espacio. El auge de los vuelos espaciales comerciales también subraya la necesidad de investigar estos diseños. Nicholas de Monchaux, jefe del departamento de arquitectura y uno de los instructores del curso, explicó: "MIT Architecture siempre ha tenido más éxito en la intersección de la investigación y la práctica".
Una característica distintiva del curso fue la combinación de estudiantes de arquitectura e ingeniería, permitiendo abordar los desafíos desde múltiples perspectivas. Las actividades del curso incluyeron visitas al Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston, Texas; a las instalaciones de lanzamiento de SpaceX en Brownsville, Texas; y a las instalaciones de impresión 3D de ICON en Austin, Texas. Estos viajes proporcionaron a los estudiantes una visión integral de los equipos que ya están trabajando en dicho campo.
Por otra parte, los estudiantes se organizaron en siete equipos para desarrollar sus proyectos y, durante la fase conceptual, las visiones de los arquitectos, centradas en crear hábitats cómodos, a menudo chocaban con las de los ingenieros, enfocados en las realidades del entorno extremo. Así, varios proyectos destacaron por sus diseños inflables. En los cuales, se propusieron una biblioteca científica móvil modular inflable para cuatro personas, un hábitat inflable desplegable en minutos para protección temporal y un hábitat semipermanente in situ para exploración previa a una base establecida.
Annika Thomas, estudiante de doctorado en ingeniería mecánica, explicó que integrar las ideas de arquitectos e ingenieros fue un reto, pero con el tiempo lograron una comunicación efectiva unida por una visión común. En tanto, Juan Daniel Hurtado Salazar y Mikita Klimenka, mencionaron que aunque las consideraciones técnicas en arquitectura suelen resolverse más tarde en los proyectos, no obstante, la colaboración con ingenieros permitió abordar las implicaciones desde el principio.
Los proyectos finales reflejaron la diversidad de enfoques, así Cody Paige, director de Iniciativas de Exploración Espacial, enfatizó que los estudiantes debían considerar materiales, transporte, montaje, durabilidad y la experiencia humana en la luna. La experiencia práctica fue crucial, especialmente en un contexto donde la Inteligencia Artificial (IA) está cada vez más presente en la toma de decisiones. "Una computadora no siempre se traduce exactamente en el mundo real, por lo que hacer que los estudiantes hagan prototipos les muestra que es muy beneficioso comprender los materiales con los que se trabaja, cómo funcionan en la vida real y las características táctiles".
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