Nuevas tecnologías permiten medir el estrés con mayor precisión en la salud

 09-07-2025
Judith Moreno
   
Foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)

Foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)

El estrés crónico es una de las principales causas de enfermedades graves como trastornos cardiovasculares, cáncer y problemas respiratorios. A pesar de los esfuerzos por abordarlo, la evaluación y el manejo de este factor sigue siendo insuficiente en muchos entornos clínicos. Investigaciones recientes han permitido desarrollar nuevas herramientas científicas que podrían transformar la manera en la cual los profesionales de la salud identifican y tratan el estrés, facilitando intervenciones más personalizadas y efectivas.

George Slavich, psicólogo clínico de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), resalta la paradoja que enfrenta el sistema médico: aunque los efectos del estrés son bien conocidos, rara vez se evalúa adecuadamente en las consultas. "Si no se evalúa el estrés, no se puede abordar", señala. Esta falta de atención genera consecuencias graves, ya que el estrés no tratado puede acelerar enfermedades o empeorar condiciones existentes.

Un aspecto clave de las investigaciones actuales es identificar el momento en cual el estrés, aunque inicialmente útil, se convierte en perjudicial. En situaciones de alta demanda, el estrés puede potenciar el rendimiento y la adaptación. Sin embargo, cuando la presión se prolonga o aumenta de forma excesiva, los efectos son dañinos. Hoy, las herramientas científicas permiten medir con mayor precisión los niveles de estrés, abriendo la puerta a un manejo más efectivo.

David Almeida, psicólogo en la Universidad Estatal de Pensilvania, destaca cómo los factores sociales y económicos influyen en la intensificación del estrés. Según sus estudios, los períodos de incertidumbre, como recesiones o crisis sanitarias globales, elevan los niveles de estrés. Además, situaciones cotidianas que antes no generaban tanta tensión, como un atasco de tráfico, se vuelven mucho más frustrantes debido al estrés acumulado.

Si bien los efectos del estrés son ampliamente conocidos, los métodos tradicionales de evaluación aún son limitados. Las herramientas actuales no siempre logran captar la complejidad del estrés. A menudo, los médicos se basan en evaluaciones generales o entrevistas subjetivas, lo cual no permite una medición exacta. Los avances recientes en neurociencia y psicología, sin embargo, han permitido desarrollar evaluaciones más detalladas que miden las respuestas fisiológicas y neuronales del cuerpo ante el estrés, lo que mejora la precisión en los diagnósticos.

Algunos estudios recientes sugieren el uso de biomarcadores para medir los efectos del estrés en el cuerpo, como los niveles de cortisol y otras hormonas. También se están utilizando técnicas avanzadas de imágenes cerebrales para identificar las áreas del cerebro afectadas por el estrés crónico. Estas tecnologías podrían convertirse en herramientas esenciales para que los profesionales de la salud detecten signos de estrés que podrían pasar desapercibidos.

Igualmente, el futuro de la atención clínica podría ser más preciso en la forma en que trata el estrés. En lugar de recurrir a intervenciones generales como cambios en el estilo de vida o en el entorno laboral, los médicos podrían ofrecer soluciones más personalizadas, basadas en una evaluación exhaustiva del estrés de cada paciente. Esto podría incluir terapias específicas, ajustes de hábitos o tratamientos médicos diseñados para reducir los efectos del estrés de manera más eficaz.

En conclusión, la ciencia está avanzando significativamente en la mejora de la evaluación y el tratamiento del estrés. Con herramientas más precisas, los profesionales de la salud podrán contar con un mejor enfoque para tratar esta condición prevalente, lo que podría tener un impacto importante en la prevención de enfermedades graves y en la mejora del bienestar general.




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