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Según datos de la Organización Mundial de la Salud, la salud pública está teniendo grandes repercusiones negativas a razón de las actividades humanas que afectan e incrementan el cambio climático. Entre las consecuencias del cambio climático se encuentran los desastres naturales catastróficos, variabilidad de clima, afecciones a los suministros de agua y alimento, cambios en la distribución de los brotes de padecimientos infeccioso o enfermedades emergentes.
Asimismo, temperatura, lluvias y humedad en aumento son factores que favorecen la proliferación y esparcimiento de moscos portadores de virus y/o parásitos, como el dengue y la malaria. Por ello, desde el 2 hasta el 13 de diciembre se celebrará la Cumbre del Clima 2019 en Madrid, España en función de generar consenso en atender los desafíos en materia climática del Acuerdo de París.
Jorge Cano, profesor en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres advierte, si no se toman medidas, el cambio climático traerá consigo un aumento de esas enfermedades en sus zonas de origen, así como posibles brotes en regiones como Europa y Estados Unidos, donde ahora sólo se presentan casos aislados.
La revista The Lancet, publicó en noviembre de 2019 un informe titulado Lancet Countdown donde señala, más del 50 por ciento de la población del mundo está en riesgo de transmisión de dengue, padecimiento vírico que se propaga rápidamente debido al estímulo del cambio climático. En este sentido, los fenómenos climatológicos desfavorables generan un cambio en la distribución de los vectores de transmisión de las enfermedades, especialmente las trasmitidas por mosquitos.
Igualmente, los virus o parásitos son incubados por distintas vías, por ejemplo, personas residentes de zonas tropicales de África, América Latina y el sudeste de Asia, es decir, si aquellos moscos tropicales se adaptan a las zonas templadas, pueden infectar a las personas portadoras de los patógenos.
Por otro lado, la malaria opera de forma distinta. También es trasmitida por un mosquito, pero la infección es causada por un parásito y su región de acción es principalmente la zona tropical de Asia. Según especialistas, el cambio climático potenciará la enfermedad en su zona endémica, siendo la población más vulnerable la más afectada por cuestiones de higiene, como falta de drenaje y aguas estancadas; igualmente, el aumento de la temperatura permite al mosquito trasmisor de malaria extender su altura y reproducirse en zonas donde antes no llegaba, como las montañosas.
En este sentido, datos de Lancet Countdown también apuntan que el aumento de la temperatura del agua y lluvias torrenciales en zonas tropicales crean el contexto idóneo para la proliferación de la bacteria Vibrio, causante de gastroenteritis y enfermedades gastrointestinales incidentes principalmente en la población infantil, con el cólera como su mayor exponente.
De esta manera, es necesario tomar acciones en función de hacer frente al cambio climático, por ejemplo, preparar a las comunidades más vulnerables con medidas de contención, cobertura y accesibilidad sanitaria. Por otra parte, la malaria, cólera y dengue son enfermedades que puedes ser contenidas identificando criaderos y áreas más proclives.
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